El Señor de los Anillos narra las desventuras de una serie de personajes "prisioneros" de un anillo que se apodera de su ser al punto de volverlos capaces de cualquier cosa con tal de apoderarse del mismo.
El anillo representa en ese caso el poder absoluto, la capacidad de vivir eternamente y no envejecer jamás y de regir el mundo a voluntad, convirtiendo en deidad a su dueño. Es que el poder definitivamente se incorpora al día a dia de nuestras vidas, dejándonos siempre sedientos de más. Es más tóxico y adictivo que cualquier droga.
Y algo de eso debe haber, cuando vemos como el ex presidente Kirchner, en su afán de figurar en la primera plana de los diarios, decide emprender un viaje a Venezuela para participar de una misión humanitaria negociando con las FARC. Tal vez estaba pensando en obtener un probable premio nobel de la paz o a lo mejor tan solo siente la necesidad de seguir siendo noticia cuando ya no es más que un ex presidente.
Es lo mismo que les paso a tantos otros el día después. Lo podemos ver en los deportistas que están en todas las portadas hasta que se retiran o aparece una nueva estrella que los opaca. O en las bandas de Rock que se unen solo para poder volver a vivir algo de lo que ya pasó y juntar unas monedas adicionales.
Porque el haber sido y ya no ser, el haber estado y ya no estar, nos marca a fuego y siempre necesitamos más. Es una lucha interna descarnada que nos impide ocupar el nuevo lugar que la sociedad nos propone.
Tal vez podríamos construir un mundo mejor si además de masters en administración, políticas públicas y otras yerbas, le enseñaramos a la gente que el poder que construye no se atesora sino que se comparte y se pasa de mano en mano y de generación en generación. De hecho todas las revoluciones populares conocidas hasta la fecha, nos han dejado con un mandamás que no ha hecho más que apoderarse del poder en provecho propio.
No brego por una sociedad donde no haya poder ni nadie que lo ejerza, sino una en la cual el mandato del pueblo tenga fecha de vencimiento y quien lo detenta sepa delegarlo y traspasarlo junto con el bastón presidencial. Es algo que todavía estamos lejos de conseguir y la esencia de cualquier democracia.
Un mundo denso necesita pensamientos livianos para que puedan ser asimilados
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