A veces tengo la petulancia (y el atrevimiento) de pensar cuantas cosas increíbles hago y lo magnífico que soy y en otras oportunidades, siento que por más que me esfuerce no puedo ni clavar un clavo en la pared...cualquiera diría que soy un bipolar irremediable, pero me parece que hay algo más.
Las cosas malas muchas veces pasan por nuestro accionar directo y muchas otras cosas buenas a pesar de nuestro accionar directo. Y el esfuerzo que ponemos en hacer bien las cosas muchas veces termina desencausando ríos que corren naturalmente hacia la vertiente correcta.
Antes de pensar en un suicidio seguro convencido de mi infamia, pienso que tal vez lo mejor sea hacerme a un costado, accionar solo la palanca de la vida y dejar que la cosa fluya naturalmente. Como bien le comentó un profesor universitario a mi hermana, "no hay peor tonto que el que quiere hacer".
El tonto, cuanto más hace más complica... es como cuando en el colegio tenés un compañero que no sabe jugar al fútbol y el tipo quiere participar. Que participe, vaya y pase...que se quiera clavar de 10, distribuir el juego y encima se enoje es otra.
Cada uno a su rol, es la mejor manera de realizarse y servirle a la sociedad. Y yo...yo creo que lo mejor es que siga observando y escribiendo...y si alguien se ofende que avise, que con gusto doy un paso al costado para desinfectar un poco el aire de esta web.
Un mundo denso necesita pensamientos livianos para que puedan ser asimilados
miércoles, 26 de septiembre de 2007
Super Heroes vs. Archi enemigos
A veces tengo la petulancia (y el atrevimiento) de pensar cuantas cosas increíbles hago y lo magnífico que soy y en otras oportunidades, siento que por más que me esfuerce no puedo ni clavar un clavo en la pared...cualquiera diría que soy un bipolar irremediable, pero me parece que hay algo más.
Las cosas malas muchas veces pasan por nuestro accionar directo y muchas otras cosas buenas a pesar de nuestro accionar directo. Y el esfuerzo que ponemos en hacer bien las cosas muchas veces termina desencausando ríos que corren naturalmente hacia la vertiente correcta.
Antes de pensar en un suicidio seguro convencido de mi infamia, pienso que tal vez lo mejor sea hacerme a un costado, accionar solo la palanca de la vida y dejar que la cosa fluya naturalmente. Como bien le comentó un profesor universitario a mi hermana, "no hay peor tonto que el que quiere hacer".
El tonto, cuanto más hace más complica... es como cuando en el colegio tenés un compañero que no sabe jugar al fútbol y el tipo quiere participar. Que participe, vaya y pase...que se quiera clavar de 10, distribuir el juego y encima se enoje es otra.
Cada uno a su rol, es la mejor manera de realizarse y servirle a la sociedad. Y yo...yo creo que lo mejor es que siga observando y escribiendo...y si alguien se ofende que avise, que con gusto doy un paso al costado para desinfectar un poco el aire de esta web.
Las cosas malas muchas veces pasan por nuestro accionar directo y muchas otras cosas buenas a pesar de nuestro accionar directo. Y el esfuerzo que ponemos en hacer bien las cosas muchas veces termina desencausando ríos que corren naturalmente hacia la vertiente correcta.
Antes de pensar en un suicidio seguro convencido de mi infamia, pienso que tal vez lo mejor sea hacerme a un costado, accionar solo la palanca de la vida y dejar que la cosa fluya naturalmente. Como bien le comentó un profesor universitario a mi hermana, "no hay peor tonto que el que quiere hacer".
El tonto, cuanto más hace más complica... es como cuando en el colegio tenés un compañero que no sabe jugar al fútbol y el tipo quiere participar. Que participe, vaya y pase...que se quiera clavar de 10, distribuir el juego y encima se enoje es otra.
Cada uno a su rol, es la mejor manera de realizarse y servirle a la sociedad. Y yo...yo creo que lo mejor es que siga observando y escribiendo...y si alguien se ofende que avise, que con gusto doy un paso al costado para desinfectar un poco el aire de esta web.
miércoles, 5 de septiembre de 2007
El impuesto de vivir así...
Hace cosa de 2 años tuve la chance de viajar y vivir durante un tiempo en Estados Unidos, donde pude comprobar cuál es la principal diferencia entre el tan mentado primer mundo y la realidad de los países en esta región del planeta o en vías de desarrollo.
Puesto a pensar en cuales serían las diferencias que iba a encontrar entre ambas realidades, repercutía en mi cabeza una frase que un primo disparó en un asado de domingo: "esto no cambia nunca, porque este es un país de negros analfabetos que vende su voto por un regalo". Sin duda, una mejor distribución de la riqueza o menos pobres (y no estoy suponiendo que Estados Unidos tenga esto), puede garantizar mejores resultados electorales, pero a la distancia, puedo decir que mi primo estaba decididamente equivocado.
La principal diferencia entre un país y otro no radica escencialmente en la cultura de la población ni en su ingreso per capita, sino en la calidad de las instituciones. Obviamente sería ingenuo suponer que con mejores ingresos las instituciones no podrían ser mejores, pero no es una condición, sino un adicional.
El poder de policía del estado para sancionar a aquellos que quebrantan la ley, sin importar el apellido o la billetera del infractor y la capacidad de organización de ambas sociedades son sin lugar a dudas la principal diferencia.
Vivir en países del tercer mundo significa pagar impuestos que no vuelven al bolsillo del consumidor (por robo de las autoridades o ineficiencia en la distribución) y además, pagar impuestos adicionales en términos de tiempo perdido en dependencias públicas y empresas mal reguladas.
Así, no tenemos un correo eficiente o perdemos días en dependencias del estado, renovando documentos, pagando multas y hasta haciendo la declaración impositiva. Esta doble imposición no está contemplada en ningún modelo económico y bien debería ser contemplada en todos los cálculos que se realizan para definir una inversión o un lugar para vivir.
Mientras no podamos organizarnos y desarrollar instituciones con poder de policía, vamos a seguir viviendo en un mundo en el que aparentemente nos beneficiamos porque podemos evadir y eludir la ley, cuando en realidad el costo de dicha evasión, termina siendo mayor a lo que pagaríamos si viviesemos en un mundo más regulado. Da para pensarlo no?
Puesto a pensar en cuales serían las diferencias que iba a encontrar entre ambas realidades, repercutía en mi cabeza una frase que un primo disparó en un asado de domingo: "esto no cambia nunca, porque este es un país de negros analfabetos que vende su voto por un regalo". Sin duda, una mejor distribución de la riqueza o menos pobres (y no estoy suponiendo que Estados Unidos tenga esto), puede garantizar mejores resultados electorales, pero a la distancia, puedo decir que mi primo estaba decididamente equivocado.
La principal diferencia entre un país y otro no radica escencialmente en la cultura de la población ni en su ingreso per capita, sino en la calidad de las instituciones. Obviamente sería ingenuo suponer que con mejores ingresos las instituciones no podrían ser mejores, pero no es una condición, sino un adicional.
El poder de policía del estado para sancionar a aquellos que quebrantan la ley, sin importar el apellido o la billetera del infractor y la capacidad de organización de ambas sociedades son sin lugar a dudas la principal diferencia.
Vivir en países del tercer mundo significa pagar impuestos que no vuelven al bolsillo del consumidor (por robo de las autoridades o ineficiencia en la distribución) y además, pagar impuestos adicionales en términos de tiempo perdido en dependencias públicas y empresas mal reguladas.
Así, no tenemos un correo eficiente o perdemos días en dependencias del estado, renovando documentos, pagando multas y hasta haciendo la declaración impositiva. Esta doble imposición no está contemplada en ningún modelo económico y bien debería ser contemplada en todos los cálculos que se realizan para definir una inversión o un lugar para vivir.
Mientras no podamos organizarnos y desarrollar instituciones con poder de policía, vamos a seguir viviendo en un mundo en el que aparentemente nos beneficiamos porque podemos evadir y eludir la ley, cuando en realidad el costo de dicha evasión, termina siendo mayor a lo que pagaríamos si viviesemos en un mundo más regulado. Da para pensarlo no?
El impuesto de vivir así...
Hace cosa de 2 años tuve la chance de viajar y vivir durante un tiempo en Estados Unidos, donde pude comprobar cuál es la principal diferencia entre el tan mentado primer mundo y la realidad de los países en esta región del planeta o en vías de desarrollo.
Puesto a pensar en cuales serían las diferencias que iba a encontrar entre ambas realidades, repercutía en mi cabeza una frase que un primo disparó en un asado de domingo: "esto no cambia nunca, porque este es un país de negros analfabetos que vende su voto por un regalo". Sin duda, una mejor distribución de la riqueza o menos pobres (y no estoy suponiendo que Estados Unidos tenga esto), puede garantizar mejores resultados electorales, pero a la distancia, puedo decir que mi primo estaba decididamente equivocado.
La principal diferencia entre un país y otro no radica escencialmente en la cultura de la población ni en su ingreso per capita, sino en la calidad de las instituciones. Obviamente sería ingenuo suponer que con mejores ingresos las instituciones no podrían ser mejores, pero no es una condición, sino un adicional.
El poder de policía del estado para sancionar a aquellos que quebrantan la ley, sin importar el apellido o la billetera del infractor y la capacidad de organización de ambas sociedades son sin lugar a dudas la principal diferencia.
Vivir en países del tercer mundo significa pagar impuestos que no vuelven al bolsillo del consumidor (por robo de las autoridades o ineficiencia en la distribución) y además, pagar impuestos adicionales en términos de tiempo perdido en dependencias públicas y empresas mal reguladas.
Así, no tenemos un correo eficiente o perdemos días en dependencias del estado, renovando documentos, pagando multas y hasta haciendo la declaración impositiva. Esta doble imposición no está contemplada en ningún modelo económico y bien debería ser contemplada en todos los cálculos que se realizan para definir una inversión o un lugar para vivir.
Mientras no podamos organizarnos y desarrollar instituciones con poder de policía, vamos a seguir viviendo en un mundo en el que aparentemente nos beneficiamos porque podemos evadir y eludir la ley, cuando en realidad el costo de dicha evasión, termina siendo mayor a lo que pagaríamos si viviesemos en un mundo más regulado. Da para pensarlo no?
Puesto a pensar en cuales serían las diferencias que iba a encontrar entre ambas realidades, repercutía en mi cabeza una frase que un primo disparó en un asado de domingo: "esto no cambia nunca, porque este es un país de negros analfabetos que vende su voto por un regalo". Sin duda, una mejor distribución de la riqueza o menos pobres (y no estoy suponiendo que Estados Unidos tenga esto), puede garantizar mejores resultados electorales, pero a la distancia, puedo decir que mi primo estaba decididamente equivocado.
La principal diferencia entre un país y otro no radica escencialmente en la cultura de la población ni en su ingreso per capita, sino en la calidad de las instituciones. Obviamente sería ingenuo suponer que con mejores ingresos las instituciones no podrían ser mejores, pero no es una condición, sino un adicional.
El poder de policía del estado para sancionar a aquellos que quebrantan la ley, sin importar el apellido o la billetera del infractor y la capacidad de organización de ambas sociedades son sin lugar a dudas la principal diferencia.
Vivir en países del tercer mundo significa pagar impuestos que no vuelven al bolsillo del consumidor (por robo de las autoridades o ineficiencia en la distribución) y además, pagar impuestos adicionales en términos de tiempo perdido en dependencias públicas y empresas mal reguladas.
Así, no tenemos un correo eficiente o perdemos días en dependencias del estado, renovando documentos, pagando multas y hasta haciendo la declaración impositiva. Esta doble imposición no está contemplada en ningún modelo económico y bien debería ser contemplada en todos los cálculos que se realizan para definir una inversión o un lugar para vivir.
Mientras no podamos organizarnos y desarrollar instituciones con poder de policía, vamos a seguir viviendo en un mundo en el que aparentemente nos beneficiamos porque podemos evadir y eludir la ley, cuando en realidad el costo de dicha evasión, termina siendo mayor a lo que pagaríamos si viviesemos en un mundo más regulado. Da para pensarlo no?
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