Me escribe un amigo holandés para preguntarme acerca del auto que tenía en Berlín y surge esta historia de la que todavía me estoy riendo.
Como buen argentino, bien entrenado en las "avivadas" criollas, llegué a Alemania sintiendo como que era algo así como un pirata en la casa de Mickey Mouse. Los acontecimientos que paso a describir me devolvieron rápidamente al nunca tan cierto: "chorros hay en todos lados".
La primer advertencia la tuve al comprar una bicicleta en ebay que a la segunda pedaleada se quedó sin cadena, un par de semanas más tarde se le reventaron las ruedas y al año terminó abandonada en algún desarmadero.
Prevenido ya de que no era todo tan simple, cuando fui a comprar el auto tomé algunas precauciones: no comprárselo a un turco, sacar una garantía por 3 años y otros detalles. Lo cierto es que los 6 meses el carro empezó a consumir agua y aceite y aunque de buenas a primera nadie encontraba nada, el resultado del service fue letal: "filtraciones en la tapa de cilindros - €1,800".
Mi cabeza a punto de explotar me indicó exactamente como proceder. Primero a reclamarle a la garantía que se excuso diciendo que cubrían daños de motor, pero no filtraciones, porque las mismas son producto del uso normal del vehículo. Después fui a reclamarle al vendedor, solo para comprobar que el que vendía el auto era alemán, pero el dueño del boliche era un turco que en vez de devolverme mi dinero, quería que le comprara otro dejando el mío en forma de pago, pero claro, me lo tomaba a valor de auto "roto".
Encontré realmente simpático que me vendiera un auto como bueno y un tiempo después me lo quisiera comprar como "roto" y decidí hacer la gran argentina: venderlo yo con algún descuento dada la "pequeña falla" que tenía el auto.
Todo terminó de la peor manera: a 2 días de volverme apareció un ruso que venía de Moscú, hablaba un alemán todo atravesado y que me dijo: tu auto está roto, te lo compro por la mitad de lo que vale bueno, lo arreglo y todos contentos. Debe haber visto mi cara porque completó: "seguro que se lo compraste a un turco. Sos un idiota. Jamás tendrías que haberle comprado un auto a un turco".
Furioso como estaba, fui corriendo a la oficina del turco a decirle sencillamente que el comprador de mi auto me había dicho que nunca jamás le volviera a comprar un auto a un turco. Me paró en seco y me dijo: "te lo compró un ruso no? Sos un nabo, nunca le vendas un auto a un ruso. Te pagan la mitad de lo que vale bueno..."
Será por eso que me devolví a mi tierra, sabiendo que chorizos hay en todas partes, pero que acá por lo menos, el sol y ahora también el fútbol, son para todos....
Un mundo denso necesita pensamientos livianos para que puedan ser asimilados
sábado, 17 de julio de 2010
El ruso y el turco...
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