Somos un país sumamente adolescente. Llevamos 38 años de democracia ininterrumpidos y todavía seguimos creyendo que el valor más importante de la democracia es el de poder hacer lo que querramos cuando nos de la gana. Es algo típico de aquel que vivió muchos años sin poder hacer lo que quiso y una vez que se descubre libre no sabe usar su libertad.
Es algo muy típico de los adolescentes que se rebelan contra sus padres y desoyen sus voces y consejos para hacer su propia experiencia. No tendría nada de malo hace 38 años, pero lo que preocupa es que estamos inmersos en una sociedad que se niega a madurar. No por nada nuestros modelos son tipos de 50 que se visten como si tuvieran 15, siendo el candidato a vicepresidente del partido gobernante un típico ejemplo de este estereotipo. No es el único lamentablemente.
Lo que molesta en todo caso es la degradación del puesto. Cuando estudié economía lo hice admirando a los grandes economistas de este y otros países. Aquellos que escribieron los libros de los cuales estudiamos los que seguimos economía. Algún ignorante del partido gobernante me dirá que el hábito no hace al monje y que las políticas de aquellos, representadas en el FMI y la década del 90, nos llevaron a la crisis del 2001. Lo tomo como de quien viene: un simple ignorante.
Insisto en este punto: no creo que un modelo sea mejor que otro, pero si creo en el estudio y confío más en aquel que leyó los libros que en el que no lo hizo y se guía por la intuición. Mi padre que era un médico prestigioso siempre me hizo notar que su traje, su corbata y su guardapolvo le transmitían al paciente cosas que de otra forma nunca hubiera tenido. Es muy probable que así fuera. Por supuesto, solo el traje no te lleva a ningún lado, pero la ausencia del mismo y la negación del estudio como fuente de conocimiento te destinan al fracaso de entrada.
Lo que pretendo explicar en este nuevo aniversario de la muerte de ese gran maestro que fue Sarmiento es que estamos viviendo muy mal, básicamente porque hoy nos gobiernan la incultura y el libertinaje. En la medida en que nuestros modelos mentales sigan siendo tipos cancheros con tatuajes y rock and roll y no los grandes pensadores la cosa no va a funcionar. Es muy difícil ser algo distinto de lo que se consume y esta sociedad hace rato que no consume pensamientos.
No soy un intelectual ni pretendo serlo. Tampoco soy un producto de la ilustración y a decir verdad lejos he quedado de la gran cultura que se respiraba en mi hogar. Al menos me quedó la inquietud y las ganas de ver y vivir en un país grande en serio y no en un ambiente mediocre que iguala para abajo. Si al menos nos obligáramos a respetar un ambiente de convivencia, sacrificando algunas de nuestras mal interpretadas libertades individuales en pos de un mejor nivel de vida grupal la cosa tendría otro color. A ver: tirar un papel por la venta del auto es una libertad individual que atenta contra un mejor ambiente grupal. ¿Nos podemos por lo menos comprometer a eso o vamos a seguir siendo una manada de guanacos que nunca va a comprender que es el bien común?
A Sarmiento lo criticaron duramente, lo trataron de vendepatria y hasta el día de hoy esas mismas voces lo niegan haciéndose eco de algunos de sus pensamientos en el exilio. Es la voz oficial de aquellos que desde el poder alientan a la mediocridad para construir bolsones de pobreza que se puedan manejar a cambio de favores. Son los mismos que siguen pensando que un país grande se construye a base de viveza criolla y que los argentinos somos una raza superior incomprendida. Son los eternos adolescentes que se niegan a madurar, los mismos que huyen del esfuerzo y se cobijan a la sombra de algún árbol mientras hacen negociados con la cosa pública.
38 años después de el advenimiento de la democracia y 123 años después de la muerte de Sarmiento, nos merecemos otro destino.
Un mundo denso necesita pensamientos livianos para que puedan ser asimilados
domingo, 11 de septiembre de 2011
¡Feliz día Maestro!
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