Llevo casi 2 semanas en esta ciudad y de a poco empiezo a acostumbrarme. Es como cambiar de zoológico. Te cambian un poco la comida, hace un poco más de frío, las jaulas son un poco más grandes y limpias etc.
Pero sigo melancólico...tengo la melancolía del recien llegado, que se acuerda de sus amigos, de su familia y que trata de tapar todo con compras, comida, salidas etc. Pero no hay caso...se extraña Buenos Aires.
A decir verdad, no extraño esta Buenos Aires en la que estamos viviendo en estos días, llena de piquetes, robos y travestis en los parques. Esa no es la Buenos Aires que me llevé en mi cabeza. Son los recuerdos buenos, de salidas con amigos, de caminatas al colegio y helados con familiares los que extraño.
Tampoco extraño mi laburo allá. No había química con mi jefe. Afortunadamente, porque sus preferencias sexuales eran diferentes de las mías y lo último que quería era química o física con ese tipo. Pero los compañeros de área eran copados. Los de acá tampoco son tan aburridos...tengo otro chino, hay un peruano, varios alemanes (obvio)... pero sin cerveza no funcionan y con cerveza...soy yo el que se vuelve peligroso.
Extraño un poco el reconocer caras familiares. Acá lo más familiar que tengo son los pibes del laburo. Y lo cómico es que los tomo como referencia para saber en que lugar de la oficina estoy. Cada tanto se me mueve alguno o lo veo caminando por la calle..."ahí va camisa rosa con anteojos del 4to piso a la derecha..."...jajaja eso es muy gracioso.
Y definitivamente extraño mi tenis...pero supongo que con el tiempo lo voy a poder recuperar también.
Este zoológico no está tan malo después de todo. Lo voy a disfrutar!
Un mundo denso necesita pensamientos livianos para que puedan ser asimilados
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