Cuando era chico, hace unos 30 años, había 5 canales de televisión. Con suerte 8 si tenías cable. La oferta televisiva era bastante acotada y por supuesto había 1 solo televisor que se compartía en forma familiar. Y mi hermana siempre tenía su serie de cabecera: la familia ingalls.
Era un programa que me ponía nervioso al extremo, principalmente porque la bondad me daba repulsión. Yo quería ver golpes, balas, peleas...esta familia Ingalls era una ñoñería total.
Pero hubo un capítulo que si me gustó: Charles se empieza a preocupar por su futuro, su trascendencia y entonces decide que va a poner una fábrica de muebles, porque claro la obra trasciende al artesano. El final era muy romántico, porque la última placa era de una mesa antigua con el nombre grabado de Charles Ingalls.
Hay algo parecido a eso en el fantasma de la ópera en la escena del monito que toca el organillo...como algo que trasciende a la historia y a las personas que ahora están muertas.
La verdad es que el tema de la transcendencia tiene una importancia muy menor cuando sos chico (otra ñoñería) y se va volviendo más claro o necesario a medida que los años pasan.
Yo intrinsecamente busco alguna forma de transcendencia, quiero ser alguien o al menos que alguien se acuerde de mi y supongo que por eso me encargué de tener hijos y hago alguna de las cosas que hago a diario.
Pero como nada es para siempre y hoy estamos y mañana no, decidí acelerar las cosas. No me alcanza ya con mi transcendencia en Facebook que va a seguir ahí cuando me muera sencillamente porque la vida virtual no se acaba hasta que alguien desconecte el servidor o se termine fundiendo como My Space. De ninguna manera voy a dejar que mi transcendencia dependa de algo tan virtual como Silicon Valley. Y mucho menos sabiendo lo que la pasa a todo aquello que tiene siliconas.
No señor, yo quiero pasar a la historia. Quiero ser mucho más groso que lo que soy. Aunque en realidad no se si quiero ser alguien. Intuyo que para hacer una mesa como la de Charles Ingalls me faltan algunos skills y peor aún eso me va a llevar mucho tiempo. Mi transcendencia no está basada en haber sido, sino en haber parecido y/o aparecido.
La verdad es que hasta esta semana estaba bastante confundido, porque claro no es fácil ser y mucho menos estar. Y para aparentar digamos que me falta algún billete. Por suerte encontré la solución a mis problemas: voy a contratar al biógrafo de Alberto Fernandez. Alguien que me construya un pasado tan patriótico como el que tuvo él en los últimos 40 años.
Pero claro que no me quedo conforme con eso. Al decir verdad, si tenés al biógrafo de Alberto y del otro lado hay un Aníbal con una ipad que te tira tierra, mi transcendencia va a quedar al menos discutida. Así que me decidí y voy a contratar a ambos: al biógrafo de Alberto para que dibuje y a Anibal para que refute via twitter online cada aseveración de forma que podamos ir acomodando la historia en el momento. Es más, si me preguntás a mi, lo que más le molestó a Aníbal no es la amistad de Albertoc on Clarín, sino la certeza de que este último estuvo leyendo algunas de las entradas de este blog donde hace rato que venimos comparando a Moreno con el ministerio de la verdad
En definitiva mi trascendencia va a estar más editada que los datos del indec o las encuestas que hace el gobierno cada vez que hay elecciones. Poco importa si el resultado es que en todo momento soy famoso. Voy a dejar instrucciones expresas a mis herederos para entren a mi página de wikipedia a diario y corrijan para arriba o para abajo según sea necesario.
Gracias Orwell por permitirte imaginar una realidad tan lejana. Tu obra trasciende las fronteras y las lenguas. Como se que nunca voy a llegar a tanto, al menos estos editores tal vez me puedan poner al menos en algún peldaño cercano. Dios quiera que así sea.
Un mundo denso necesita pensamientos livianos para que puedan ser asimilados
domingo, 31 de julio de 2011
De recuerdos y futuros - La trascendencia
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