Hoy te lloré un rato. No importa cuanto, pero si que te lloré y no se porqué. Si es tan cierto todo lo que creo, si estoy tan seguro que estás esperandome en otro lado, porqué no te puedo ver? Porqué no puedo acercarme y escuchar tu voz? Porqué nunca me importó tanto escucharte como ahora que no lo puedo hacer?
Será que soy tan humano como Cristo cuando lloró por su amigo? Será que como dice Sócrates solo buscamos lo que no tenemos? O será que desesperadamente necesito la palabra justa, el aliento invisible, el amor verdadero que entrega y no demanda...o serán todas esas cosas juntas?
Que tiene de malo llorar? Acaso soy menos hombre por eso? No creo...pero si tuviera la fé de un grano de mostaza no te estaría llorando, porque tendría que entender que seguís estando, que volviste al Padre y que desde ahí nos vas a guiar hasta que nos volvamos a ver y que tu muerte no es tu muerte sino el paso a la otra vida.
Y sabés que? Yo elijo creer...pero no porque me convenga, sino porque miro para atras y no puedo creer lo perfecta que fue tu partida, como tuviste tiempo para todos y cada uno de los detalles y con que valentía llegaste al final. Por supuesto que lloraste...como nos vas a llorar? Pero aceptaste tu destino siempre y nos dejaste mucho más que un lecho donde ir a llorarte.
Esperame, reconfortame, guíame y consolame. Del maligno defendeme y de tu mano llevame, Porque no importa que no te vea...lo único que importa es que nunca te olvides de mi.
Un mundo denso necesita pensamientos livianos para que puedan ser asimilados
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