Ayer me terminé dando la vacuna contra la gripe porcina. En realidad por mi forma de ver el mundo, darme o no la vacuna es indistinto. En realidad estás jugando a las estadísticas en las que no creo.
Algún matemático de esos que abundan me tildaría de escéptico y me diría que salvo que las cifras del provengan del Indec, las estadísticas sirven. Pero yo sigo creyendo que las estadísticas sirven para los demás y que yo soy el típico anormal que queda afuera de la campana de distribución aunque tampoco me animaría a jugarle un pleno al cero.
Será por eso que mi performance en materías como estadística I y II o econometría eran cercanas a 3. Nunca me conformé con estudiar por los libros de la cátedra y me interesaba por otros del estilo: "porque las estadísticas no sirven para nada". Creo que Moreno leyó los mismos y prometo que la semana que viene le dedico un post a mi teoría del benchmark, algo así como Pensamiento Liviano 4.0.
Siguiendo con mi historia, fui al doctor. y le pregunté si tenía o no que darme la vacuna. Su respuesta fue científica: "No la necesitás. Tenés 36, estás sano y acá en Berlín tenemos los casos controlados. En cambio si te la doy, tal vez reaccionás mal a alguno de los componentes y vas derecho a la fosa. Sería distinto si me decís viajo...".
Me la dejó picando y le dijé: "me voy a Argentina en 3 semanas". Pude apreciar la transformación en su rostro y deduje que para el tipo eso era como la teoría del agujero negro donde no hay estadísticas valederas, 0 = infinito y tantas otras cosas. Pinchazo directo para uno, que ahora sabe que no se va a morir de gripe porcina pero va a pasar las próximas 48 hs. con un handy en la mano listo para llamar al servicio de urgencia por si se descompensa.
En eso estaba pensando esta mañana cuando agarré mi lista de "cosas para hacer antes de morir" y me di cuenta que Mili todavía no sabía andar en bici. Tiene 4 y no quiero apurar nada (ya perdió un diente en clases de monopatín), pero hay ciertas cosas que te quedan grabadas a fuego y una de esas es el día que aprendiste a andar en bici.
Así que allí fuimos este fiambre en descomposición y su princesa de 4 rumbo a la estación para inflar las gomas y salir. El resultado fue notable y en 3 minutos ya andaba sola, con los típicos tropezones del principiante, pero sola y feliz.
Tratando de ayudarla, corrí un poco al lado y eso hizo que desoyera las órdenes del doctor (reposo absoluto) y que ahora esté más cerca de los que no pasan que de los que siguen. Pero sabés que? Mucho no me importa, porque esta mañana fui inmensamente feliz. En el fondo: para que querés vivir más sino te sirve aunque más no sea para enseñarle a tus hijos a andar en bicicleta?
Un mundo denso necesita pensamientos livianos para que puedan ser asimilados
sábado, 14 de noviembre de 2009
Cosas de la vida...
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