Maradona y Cristina dicen a su manera lo mismo: el periodismo en su afán de vender más diarios, falsea la realidad, inventa cosas que no son y genera intrigas propias de una novela que poco tienen que ver con la realidad. La población, o sea vos y yo, compramos todo lo que se publica y por eso hay que crear una ley que controle a los medios de información para que no puedan engañarnos más.
En pocas palabras: nos tratan de boludos, con perdón de las damas. Es tan cierto que el periodismo desinforma (o deforma en todo caso), como que existe una realidad que la mires como la mires es siempre la misma. Yo no se si Maradona se peleó con Bilardo, Batista o Grondona, pero veo jugar al equipo o veo una conferencia de prensa y me doy cuenta que es un desastre. Y si el periodista que transmite, en vez de decir "no entiendo el cambio de Higuaín por Bolatti" dijese "que inteligente Maradona, cambia un atacante por un mediocampista para cuidar el empate que nos clasifica", yo seguiría pensando lo mismo.
A esta altura, vale la pena hacer una salvedad: Diego y Cristina no son responsables de esto. Están ocupando un lugar que no les corresponde, eso es todo. Por más marketing que le pongan, por más que se esfuercen en editar la realidad, sino hay gestión es todo una cortina de humo. Ponerse un conjunto elegante y sacarse una foto con Obama o ganarle a Uruguay con un gol de rebotín, aunque sea después de 33 años, no son suficientes.
Desafortunadamente, hay 1 mundial y elecciones presidenciales cada 4 años. Sería bueno que por lo menos para la próxima hagamos bien los deberes, nos preocupemos un poco menos por lo que se dice de nosotros y un poco más en lo que hacemos realmente. Nos va a ir bastante mejor.
Creer que estamos en el país de las maravillas y salir a la esquina para darse cuenta que no es así es bastante doloroso. Mucho mejor sería creer que estoy en el peor de los infiernos, salir a la calle y darme cuenta que no estamos tan mal.
Un mundo denso necesita pensamientos livianos para que puedan ser asimilados
lunes, 19 de octubre de 2009
Opinión Editorial - Diego, Cristina y la ley de MeD10s...
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