Me sorprendió esta semana un post de Martín Varsavski en las que da una serie de razones por las que no piensa volver a Buenos Aires (http://spanish.martinvarsavsky.net/general/porque-ya-no-voy-a-buenos-aires.html). En realidad algunas de las razones esgrimidas por él son las que me impulsaron en mi camino a Berlín: una sensación de hastío al ver que la cosa nunca iba a mejorar y que la única salida era Ezeiza.
Yo todavía no perdí millones en el país (sencillamente porque nunca los tuve...!), pero hay algo en economía llamado "costo de oportunidad" que establece que dada la cantidad limitada de recursos que posee un individuo, si los usas de una manera genera un ingreso "X" y si lo hace de otra obtiene un ingreso "Y". A esa diferencia entre ambos ingresos se la llama "Costo de oportunidad", que sería en mi caso la plata que dejaba de ganar por trabajar en Buenos Aires y no irme al exterior, pudiendo obtener más renta haciendo lo mismo afuera del país. Ese mismo costo de oportunidad es el que me trajo lejos de mis amigos y mi gente. (el concepto técnico lo podés leer acá http://es.wikipedia.org/wiki/Coste_de_oportunidad)
Pero en realidad, hubo algo más que eso: en un punto empecé a sentir que la sociedad se merecía lo que tenía y que yo no tenía porque someterme a la voluntad de los demás. Cuando Cristina ganó con casí el 50% de los votos y Lavagna sacó otros 10 puntos, me quedó bastante claro que yo no tenía porqué obligarme a subvencionar a nadie. Es que el modelo del "vivamos con lo nuestro" le sirve a un montón de gente (en ese momento al 60% de la población) y a mi que había estudiado afuera, me dejaba con un salario similar al de un camionero al que encima le ajustaban el salario por inflación, mientras que a mi me daban aumentos "según un promedio de la industria".
Por supuesto que había otras alternativas a mi realidad: transformarme en uno más del 60% a los que les servía el modelo, esto es trabajar de camionero, hacer contratos con el estado, poner una fábrica de chupetines pagando salarios en negro y exportando o sencillamente haciendome un empresario K y viviendo de lo que me tiraran de arriba. La pura verdad: lo que más me molesta del modelo actual, de las autoridades y amigos del poder, no es que se roben todo, sino el hecho de no tener una moral tan baja como para ser parte de la fiesta. No tengo estómago...
Sin embargo es esa misma moral la que me empuja a creer que mi rol en la sociedad no es lejos de todo, sino comprometido y participando. Y ahí es adonde tengo la diferencia con lo que plantea Martín (no digo que él no tenga el mismo compromiso, solo que claro está, tengo bastante menos años y muchas de las cosas que cuenta no las viví). Mi conciencia me dice que una solución individual donde yo estoy bien y que el resto se maté no es ni puede ser aceptable.
Es tan utópco pensar que si uno puedo pagar un seguro de medicina privado y el de al lado no, la solución no puede ser nunca "que el se muera, porque yo tengo dinero para protegerme"? Ese tipo de conductas son las que generan más desigualdad social y por ende más violencia. Este pensamiento bajado a mi realidad hoy me hace pensar que aunque yo tenga los recursos para emigrar y aún cuando tenga un costo de oportunidad alto por obligarme a vivir en un lugar donde gano menos, lo tengo que hacer.
Yo estoy dispuesto a honrar mi compromiso con el país una y mil veces aunque también lo tenga bastante claro: voy a trabajar desde mi lugar para cambiar la sociedad, pero si aún con mis esfuerzos, mis amigos siguen votando "Kirchner" o "Duhalde" y se van a vivir a un country con seguridad privada, como bien decía Gasalla, "no me busquen, porque no me van a encontrar". En ese caso, los visitaré con Santa una vez al año. Bueno si, boludo todavía no...
Me olvidaba: hay una razón adicional...en Berlín hace 15 días que no sale el sol y mi Sra. ya sacó los pasajes de vuelta...
Un mundo denso necesita pensamientos livianos para que puedan ser asimilados
martes, 19 de enero de 2010
Opinión Editorial - Porqué Varsavsky no quiere ir a Buenos Aires y yo todavía si...
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