En un momento de mi vida, me volví tan escéptico que empecé a negar la matemática más simple. Era tal mi escepticismo que incluso dejé de estudiar, porque el resultado no iba a cambiar con mayor o menor conocimiento. Si tenía que aprobar porque los dioses así lo deseaban, iba a aprobar y sino querían, ni todo el conocimiento del mundo me iba a ayudar. El resultado sin embargo estuvo bastante más ligado a la lógica. El “No estudió suficiente…vuelva en Marzo” se repitió en sucesivas oportunidades, hasta que decidí probar estudiando y me fue un poco mejor.
Sigo leyendo sobre las eternas cavilaciones de Maradona en la selección. Que se queda, que se va, que viene este o aquel, que si convoca o no a Riquelme. En definitiva, Dios quiera que nos vaya bien, o como siempre digo, que nos vaya mal muy pronto, así desaparecen de la mesa no solo el cuerpo técnico que no es de mi agrado sino el grupo mafioso que lo trajo, que directamente me resulta repulsivo.
Pero no es esto lo que quiero discutir hoy sino otra cosa. En Argentina estamos acostumbrados de mala manera a pensar que este o aquel son irreemplazables y si pones al 9 que no me gusta a mi, el equipo no existe. Lejos de eso, la realidad demuestra a menudo que 11 tipos con un objetivo en común dentro de la cancha pueden bastante más que ellos individualmente dotados de más habilidades. Es decir, 11 tipos super talentosos en el plano individual, sino forman un equipo, son fácilmente derrotados por otro equipo con peores individualidades pero que si saben lo que quieren.
Y esto se da no solo en el fútbol sino en todos los órdenes de la vida. Así la cosa, las decisiones siempre las termina tomando 1 solo, no le pregunta a nadie más que al espejo y la cosa sale para atrás. Pero lo que es más sorprendente de nosotros es que esperamos otro resultado. Tenemos una capacidad absoluta para pensar que por arte de magia la cosa va a funcionar. Si ponemos un tipo desequilibrado como Maradona a dirigir la selección o dejamos que nuestro ex presidente maneje la economía del país y esperamos que nos vaya bien, será porque pecamos de ingenuos.
De la misma manera, si hace 12 meses votamos y un 56% de la población puso votos del partido oficialista en sus 2 versiones (Cristinos y Lavagnos), por qué esperamos ahora que el senado vote en contra de la estatización de las AFJPS? Porque creemos que nuestro voto de hace 12 meses no está ligado a esta realidad opresiva? No sería mejor votar bien? Yo al menos descubrí que causa y efecto algunas veces van de la mano…ojalá que en el fútbol al menos no se cumpla.
Un mundo denso necesita pensamientos livianos para que puedan ser asimilados
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario