Hoy leía en el diario como está afectando la crisis la vida de los ciudadanos norteaméricanos y de lo poco que se nota la crisis en sus hábitos. Comentaba el autor de la nota que una cosa similar en Argentina se vería reflejada en largas y caóticas colas en los bancos.
Me animo a agregar que más que colas, lo que veríamos es a un montón de gente saqueando sucursales y llevándose el mouse o la silla del gerente. Nuestro pasado nos condena y nadie se va a quedar sentado viendo como desaparecen sus ahorros.
Es claramente un problema de paradigmas. El que nos gobierna a nosotros es que nada funciona bien y el que se corre por estos lares es el opuesto. Nadie en Alemania asume que algo pueda no funcionar. Mejor aún: todo funciona siempre y nada malo puede pasar.
Me imagino que lo que pasa es que frente a una situación de crisis es que revisás en tu historia a ver que pasó en el pasado y eso define la manera en la que respondés frente a una crisis. En Argentina tenemos 500 respuestas posibles y ninguna de esas es esperar a que el estado resuelva. Eso sería perderlo todo. En Alemania u otras partes del mundo civilizado por el contrario no tienen más que una: esperar, porque se arregla solo.
El problema es cuando no se arregla solo. Nuestra caja de herramientas seguramente sea un poco más completa en los casos donde hay que actuar. Una ventaja que deberíamos poder aprovechar de cara al futuro que se viene.
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