Como ya conté antes en este espacio, vine a Berlín escapándome un poco de la realidad Argentina. Si bien ya lo tenía al menos en mente, el disparador fue la victoria de Cristina y su Frente de la victoria. Cuatro años adicionales de un gobierno nefasto se me hacían como muy largos.
Y no se me ocurrió mejor destino que Berlín, una ciudad que todavía tiene rastros enormes de la cultura socialista. Por un lado es increible que alguién que ama el capitalismo más que al dulce de leche termine viviendo por propia elección en una sociedad de corte socialista. Pero por el otro, estoy aprendiendo a valorar el verdadero socialismo, que incluye, distribuye y trabaja por el bienestar común. No creo que me haga mal...
El modelo nacional que Cristina promueve como "copia del modelo Alemán" se parece tal vez al que existía en la Alemania de los Nazis, porque de socialismo tiene poco y nada. Para mi, y mirando quienes están arriba y quienes abajo, no cambió nada. Hay algunas caras nuevas de empresarios corruptos amigos del poder de turno, pero no hay una movilidad social que haya hecho menos pobres a los pobres. La clase media en su conjunto está cada vez peor, aunque a nadie le importe.
Pero vamos a la anécdota. Estoy en Berlín y hace cosa de 5 meses hubo una elección para determinar que se hacía con el viejo aeropuerto de Tempelhof, famoso durante la segunda guerra mundial. El plan del gobierno de turno, apoyado por una campaña publicitaria potente era transformarlo en un aeropuerto internacional. Es increible, pero Berlín no tiene hoy un aeropuerto de dimensiones. Podés volar a Europa, pero para otros destinos, tenés que llegar a Munich o Frankfurt.
Era evidente que la ciudad capital del país más grande de europa necesitaba un aeropuerto internacional. Y aunque el principal beneficiado iba a ser yo, confiado en que la campaña del gobierno resolvía los problemas, no fui a votar. Para que quede claro: mientras el gobierno puso carteles multimedia y multicolor por toda la ciudad promocionando el aeropuerto, la oposición distribuía algunos volantes blanco y negro diciendo "Aeropuertos para ricos- Eso no necesitamos". Para mi sorpresa, los ciudadanos eligieron ampliamente no invertir en el aeropuerto y yo tendré que seguir aterrizando en Munich para llegar a Berlín.
Cuestión que ayer se presentó otra elección. En este caso se votaba si había que extender o no el sistema de parquímetros. Obviamente, esta vez decidí que lo mejor era votar. Y me abracé a la que entendí era la bandera de los vencedores: No a la corporación empresaria. No queremos más parquímetros en Berlín. Una vez más el pueblo de Berlín me dio la espalda. Esta vez votaron que si querían más parquimetros, porque con eso se junta dinero castigando a los ricos que tienen auto, como el que suscribe.
Esta claro que ni siquiera en esta ciudad puedo ganar una elección con mi manera de pensar. Tendré que vivir siendo un perdedor. Al menos conseguí arroz con leche en el supermercado. No tiene dulce de leche, pero que importa...es uno de los privilegios de tener una moneda adicional y lo disfruté....
Y no se me ocurrió mejor destino que Berlín, una ciudad que todavía tiene rastros enormes de la cultura socialista. Por un lado es increible que alguién que ama el capitalismo más que al dulce de leche termine viviendo por propia elección en una sociedad de corte socialista. Pero por el otro, estoy aprendiendo a valorar el verdadero socialismo, que incluye, distribuye y trabaja por el bienestar común. No creo que me haga mal...
El modelo nacional que Cristina promueve como "copia del modelo Alemán" se parece tal vez al que existía en la Alemania de los Nazis, porque de socialismo tiene poco y nada. Para mi, y mirando quienes están arriba y quienes abajo, no cambió nada. Hay algunas caras nuevas de empresarios corruptos amigos del poder de turno, pero no hay una movilidad social que haya hecho menos pobres a los pobres. La clase media en su conjunto está cada vez peor, aunque a nadie le importe.
Pero vamos a la anécdota. Estoy en Berlín y hace cosa de 5 meses hubo una elección para determinar que se hacía con el viejo aeropuerto de Tempelhof, famoso durante la segunda guerra mundial. El plan del gobierno de turno, apoyado por una campaña publicitaria potente era transformarlo en un aeropuerto internacional. Es increible, pero Berlín no tiene hoy un aeropuerto de dimensiones. Podés volar a Europa, pero para otros destinos, tenés que llegar a Munich o Frankfurt.
Era evidente que la ciudad capital del país más grande de europa necesitaba un aeropuerto internacional. Y aunque el principal beneficiado iba a ser yo, confiado en que la campaña del gobierno resolvía los problemas, no fui a votar. Para que quede claro: mientras el gobierno puso carteles multimedia y multicolor por toda la ciudad promocionando el aeropuerto, la oposición distribuía algunos volantes blanco y negro diciendo "Aeropuertos para ricos- Eso no necesitamos". Para mi sorpresa, los ciudadanos eligieron ampliamente no invertir en el aeropuerto y yo tendré que seguir aterrizando en Munich para llegar a Berlín.
Cuestión que ayer se presentó otra elección. En este caso se votaba si había que extender o no el sistema de parquímetros. Obviamente, esta vez decidí que lo mejor era votar. Y me abracé a la que entendí era la bandera de los vencedores: No a la corporación empresaria. No queremos más parquímetros en Berlín. Una vez más el pueblo de Berlín me dio la espalda. Esta vez votaron que si querían más parquimetros, porque con eso se junta dinero castigando a los ricos que tienen auto, como el que suscribe.
Esta claro que ni siquiera en esta ciudad puedo ganar una elección con mi manera de pensar. Tendré que vivir siendo un perdedor. Al menos conseguí arroz con leche en el supermercado. No tiene dulce de leche, pero que importa...es uno de los privilegios de tener una moneda adicional y lo disfruté....
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