Llega la primavera, al menos para esta parte del globo tan acostumbrada al invierno que ya se le olvida que existe el sol y los días largos. Y entonces vuela mi mente hacía otras tantas primaveras…las de la adolescencia donde las hormonas se disparaban a la luna…en realidad, tengo que admitirlo, soy un hombre del invierno. Nunca me divirtieron las mismas cosas que al resto de mis amigos y soy mucho más feliz entre mis 4 paredes que en la calle o en la casa de cualquiera. Pero al igual que cualquier glaciar, la primavera y el verano también me descongelan un poco.
Para que se entienda, hay gente que va por la vida entre picos y valles, festejando como si hubiera hecho el gol que nos dio el mundial y llorando como si nunca más fuera a ver el sol. Y yo paso por la vida dentro de una franja muy acotada, casi como el que ve una película donde todos son actores circunstanciales. Algunos creen que tengo sangre de pato…puede parecer- Siento como el que más, pero nunca lo expreso…es raro de explicar.
Sin embargo hay experiencias, sensaciones, momentos que se van acumulando y que se despiertan tal vez con un rayo de sol o con una canción. Porque no expresar definitivamente no es dejar de sentir. Soy un tipo que toma decisiones buenas o malas en soledad o con un grupo pequeño de personas que me acompañan y que odia que le digan que es lo que tiene que hacer o que lo quieran meter dentro de un molde. No nací para vivir una vida del tipo Truman show…no soporto la rutina y trato de evitarla en la medida de lo posible. Como también puede ser una rutina tratar de evitar la rutina, prefiero tener algunas certezas pero poder acomodar sobre la marcha.
Y esta primavera que está por empezar, al menos en el calendario, porque justo es decir todavía está frío para que salga cualquier flor, me retrotrae directamente a cuando decidí dejar mi Buenos Aires querido y probar suerte en Alemania. Y si bien era una idea que me venía dando vuelta en la cabeza desde siempre, hubo un hecho / conflicto que se desató en la primavera del 2007 que me terminó de subir de la balsa. En realidad fueron varios, porque soy de los que acumulan basura y un día la saca toda junta.
Como sea, trabajaba en ese entonces para una empresa electrónica que me trataba bastante mal (como cualquier otra empresa, pero peor) y sin embargo me mantenía a flote porque tenía la ilusión de viajar a Japón con ellos y sacar mi cabeza del pozo nacional aunque más no fuera por un par de días y porque no después emigrar con ellos a otra latitud. Sin embargo esa primavera mi jefe se encargo de confirmarme que no estaba en la lista de los que iban a Tokio, por que intuía lo que finalmente pasó: que me quería tomar un palo. Una rápida mirada a los que si iban (todos) y los que no (yo…) no hizo más que empujarme a comprar la lona para la balsa.
Cuando ya compraste la lona para hacer un barco, lo único que necesitás es nafta para el motor fuera de borda. Y entonces llegó la primavera y The Killers, uno de mis grupos favoritos con una canción que hablaba de la libertad, de dejar atrás la ciudad y encima estaba filmado en Japón…
Acabo de ver el mismo video hace un rato y me sigue despertando lo mismo…quiero salir y comerme la ciudad, romper todo y seguir hasta la luna. Bastante para un tipo que no tiene emociones…haciendo click acá pueden ver “Read my Mind” y de yapa porque es viernes, el nuevo “Spaceman” del nuevo disco…Feliz Primavera!
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