Una vez más tuve que enfrentarme a mi destino y pasar por la peluquería. Ya había comentado en un post anterior lo traumática que fue mi primera experiencia en tierra teutona. Esta vez un poco bastante más canchero debo decir que lo disfruté bastante, sobretodo porque la peluquera le puso mucha onda. El resultado fue igual de espantoso, pero una cosa es un proceso traumático y otra muy distinta uno en el que uno se siente a sus anchas. Tanto que salí de la peluquería convencido de que tenía el mejor corte de pelo de la historia hasta que me crucé con un espejo.
Como sea, lo mejor está por venir…yo soy un ciudadano alemán como el que más, pero por haber nacido en otro país y no hablar el idioma en forma fluida para todos los nativos soy un extranjero. Y los extranjeros en esta tierra tienen un lugar de segunda. Ya me lo había mencionado mi viejo cuando me decía que por el solo hecho de no haber estado en ninguna de las 2 guerras a uno lo miraban un poco de costado. Y debe ser así nomás porque todo el tiempo se encargan de recordarme que no me consideran alemán: alemanes son ellos, que nacieron acá…yo puedo ser alemán para un argentino y poco más que eso.
Ayer justamente comenté lo bien que me quedaba el corte de pelo “alemán” y los fanáticos salieron a decirme que ni con el corte de pelo podía reclamar nada…que para ellos sigo siendo un italiano que se llama Frederico. Y yo siempre digo lo mismo: voy a ser un extranjero hasta que mi hijo juegue en la selección y entonces todos van a decir que el es “Alemán”…curioso que el pueda ser alemán cuando yo soy argentino y su madre también, pero así está el mundo. Y pongo como ejemplo a los Klose y los Podolski que son polacos…ahora claro, como ellos si juegan a la pelota, son ciudadanos ilustres y uno no es más que un simple avenido.
Cuestión que tomé la determinación más importante de mi vida: si los nazis que huyeron a Argentina se camuflaron de forma tal que parecían inmigrantes con cierta antigüedad en el país, yo voy a hacer lo mismo pero al revés. Con la ayuda de Facebook, voy a identificarme en alguna foto de colegio de esas que nadie recuerda y “voila” de golpe y porrazo voy a ser más alemán que mi tatarabuelo. Probablemente me cambie el tan renido Federico por el más familiar Friedrich, que además es el nombre del Kaiser (emperador).
De hecho, ya tenía un tatarabuelo que cataba alimentos en la corte del rey y un bisabuelo con fábrica de bronce en cuya fundición se trabajo parte de la estatua a la Diosa romana de la victoria, que hoy se encuentra en el centro de Berlín. Mi tío también en algún momento sumó a los pergaminos familiares la historia de una baronesa que tenía algún que otro castillo. Lo mío ante todo este anecdotario no es más que un juego de niños. Y después de todo, como bien dice Garcia Marquez, la verdadera historia es la que uno cuenta…y a nadie le va a importar cuando Agustín se canse de hacer goles…
Como sea, lo mejor está por venir…yo soy un ciudadano alemán como el que más, pero por haber nacido en otro país y no hablar el idioma en forma fluida para todos los nativos soy un extranjero. Y los extranjeros en esta tierra tienen un lugar de segunda. Ya me lo había mencionado mi viejo cuando me decía que por el solo hecho de no haber estado en ninguna de las 2 guerras a uno lo miraban un poco de costado. Y debe ser así nomás porque todo el tiempo se encargan de recordarme que no me consideran alemán: alemanes son ellos, que nacieron acá…yo puedo ser alemán para un argentino y poco más que eso.
Ayer justamente comenté lo bien que me quedaba el corte de pelo “alemán” y los fanáticos salieron a decirme que ni con el corte de pelo podía reclamar nada…que para ellos sigo siendo un italiano que se llama Frederico. Y yo siempre digo lo mismo: voy a ser un extranjero hasta que mi hijo juegue en la selección y entonces todos van a decir que el es “Alemán”…curioso que el pueda ser alemán cuando yo soy argentino y su madre también, pero así está el mundo. Y pongo como ejemplo a los Klose y los Podolski que son polacos…ahora claro, como ellos si juegan a la pelota, son ciudadanos ilustres y uno no es más que un simple avenido.
Cuestión que tomé la determinación más importante de mi vida: si los nazis que huyeron a Argentina se camuflaron de forma tal que parecían inmigrantes con cierta antigüedad en el país, yo voy a hacer lo mismo pero al revés. Con la ayuda de Facebook, voy a identificarme en alguna foto de colegio de esas que nadie recuerda y “voila” de golpe y porrazo voy a ser más alemán que mi tatarabuelo. Probablemente me cambie el tan renido Federico por el más familiar Friedrich, que además es el nombre del Kaiser (emperador).
De hecho, ya tenía un tatarabuelo que cataba alimentos en la corte del rey y un bisabuelo con fábrica de bronce en cuya fundición se trabajo parte de la estatua a la Diosa romana de la victoria, que hoy se encuentra en el centro de Berlín. Mi tío también en algún momento sumó a los pergaminos familiares la historia de una baronesa que tenía algún que otro castillo. Lo mío ante todo este anecdotario no es más que un juego de niños. Y después de todo, como bien dice Garcia Marquez, la verdadera historia es la que uno cuenta…y a nadie le va a importar cuando Agustín se canse de hacer goles…
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